TU NENA COBRA CON 8 AÑITOS MAS DE 80.000€ AL AÑO, Y TU CON TUS GALLITOS NO CULPAS LA CORRUPCIÓN NI MUEVES UN DEDO POR ESPAÑA.
"ESTE AÑO SE OS TIENE QUE ACABAR EL CHOLLO"
- Reinar, ostentar la máxima jerarquía de una sociedad con tan gravísimos desajustes, con tan preocupante deriva antidemocrática, exige bastante más que palabras formales y huecas.
- Un Estado en el que un partido puede hacer impunemente lo que le venga en gana –apoyado por una mayoría parlamentaria que no lo avala todo- no cojea de un solo pie.
- Cómo estaremos que cumplir con la propia obligación, como Castro o Ruz, es una heroicidad rodeada de riesgos.
En unas pocas horas, el jefe
del Estado español, Felipe VI, pronunciará su primer discurso navideño a
toda la nación. Atendiendo a la experiencia de lo visto hasta ahora,
apenas habrá un cambio cosmético respecto a su padre, Juan Carlos I.
Para empezar, sería necesaria explicación y posicionamiento –y no solo
el protocolario respeto a decisiones ajenas- sobre
los propios líos familiares: hermana, cuñado y la abdicación de su
predecesor que no estaría de más aclarar. Desgraciadamente eso en
España, hoy, es democracia ficción. Y lo grave, para todos –también para
el Rey-, es que el momento que vivimos exige mucho más.
Sí, por primera vez en la
historia se sienta en el banquillo un miembro de la Casa Real española.
Pero es que estamos, probablemente, en una de las mayores crisis éticas
de nuestra historia reciente. Esa podredumbre que nunca se limpió ha
fermentado y hiede. Carlos Elordi detallaba aquí -alarmado como tantos
otros- los pasos con los que Rajoy se está cargando la democracia, sin que nadie levante un dedo.
Nadie con gran poder decisorio en este momento, se entiende. Y es muy
significativo. Ningún país con raigambre democrática toleraría lo que
está pasando en España.
Y es que vamos de atropello
en atropello. Dejemos sentado que la dimisión del Fiscal General de
cualquier Estado no se salda con un “motivos personales”, cuando sabemos
sobradamente que ha habido personas forzando esos motivos. En los EEUU
de Nixon fue algo similar lo que precipitó la dimisión del presidente
que se resistía repartiendo destituciones. Pero la letanía sigue con muy
serias críticas de Tribunales de Justicia sobre más injerencias del
gobierno, del poder político, en su acción. Ya ha avanzado un portavoz
del PP la insinuación de que el Supremo rebajará una eventual pena a la Infanta.
Y la estupefacción de los
demócratas sigue, viendo cómo el PP se quita de encima a Ruz porque
tampoco les gusta ese juez (y ya van unos cuantos), o a la cúpula
policial (defenestradas varias también) porque ni una deja de cumplir su
obligación e investiga la corrupción donde al PP no le conviene. Claro
que hay resquicios legales para obrar así, pero es tan evidente la
intención que ya no sirve eufemismo alguno. En este contexto la valentía
del juez Castro, sometido a intensas presiones, resulta doblemente
ejemplar. Cómo estaremos que cumplir con la propia obligación, como
Castro o Ruz, es una heroicidad rodeada de riesgos.
Con absoluta arrogancia, el
PP aún se permite ofender todavía más nombrando a un bocazas ultra de
portavoz parlamentario del partido o a Ana Mato vicepresidenta de una
comisión. Y, para postre, saca a pasear a las chicas y chicos del coro
con declaraciones altamente ofensivas para quien conoce la realidad. El
empleo que crece como las margaritas en el campo y encima de calidad en
la desfachatez de Sor Bañez, o las mejores navidades en 7 años de
Cospedal y su grupo que deben brindar por el éxito de haber colado
cuanto cuela.
Y las leyes que asombran a
quienes, dentro y fuera, pensaron que España -con sus muchos defectos-
era una democracia consolidada y ahora se han quedado con la boca
abierta. Esa ley mordaza de las libertades, las escuchas sin juez, el
trato inhumano a los emigrantes, los grandes esfuerzos por volver al
Estado policial que mamaron y que ningún viento de progreso parece haber
podido evacuar. El control de la información y la difusión de la
propaganda por diversos sistemas, que está teniendo una decisiva
influencia.
Pero, en efecto, un Estado
en el que un partido puede hacer impunemente lo que le venga en gana
–apoyado por una mayoría parlamentaria que no lo avala todo, no la
impunidad, la involución o el cambio de modelo de Estado- no cojea de un
solo pie. Cuenta con muchos cómplices. Con todos los que ostentando
poder, callan o hacen declaraciones de salón, sin ninguna duda. Aunque
con excepciones –épicas algunas como vemos-, estamos hablando de todo el
entramado del Estado: partidos, patronal, sindicatos, estamento
judicial, universidad, agentes sociales, Iglesia española, Monarquía.
Incluso aquella parte de la propia sociedad que está tragando lo que la
gente decente no traga. No es una mala hierba, está podrido el jardín.
En el que, sin embargo, cada vez más personas se afana en limpiar y ver
de hacer germinar una buena cosecha, porque de ello depende nuestra
supervivencia. Muchos ciudadanos están desesperados, aferrándose al
sueño de que algo cambie y nos liberemos de esta argolla que aprisiona
nuestras vidas y nuestro futuro.
El Rey reina pero no
gobierna, nos dicen. Ahora bien, es el Jefe del Estado. Y no se trata de
un cargo decorativo, aunque se abuse tanto del desfile de modelos. Su
misión primordial es guardar y hacer guardar la Constitución, la propia
democracia. Y ya vemos cómo las tenemos. Contar las bondades del
gobierno que ellos mismos escriben para que las lea el jefe del Estado,
tiene un límite: el de la verdad. Reinar, ostentar la máxima jerarquía
de una sociedad con tan gravísimos desajustes, con tan preocupante
deriva antidemocrática, con una ciudadanía tan atribulada, tan resignada
a su infortunio, exige bastante más que palabras formales y huecas. Y
adivinar entre líneas los mensajes como en los viejos oráculos.
Con los antecedentes de la
historia familiar, no enderezar el rumbo por no hacer ruido no es ni
siquiera sensato. Ser el Jefe de un Estado con tales sombras de
corrupción y que amordaza la crítica democrática no debería ser el
sueño de nadie. Son errores, inmensos errores, que pasan factura, si es
que esto aún tiene remedio…
No hay comentarios:
Publicar un comentario