sábado, 6 de diciembre de 2014

"La semana pasada me enteré que frotarse el culo con una bandera española es delito en este estado"


És el titol d'un text que he llegit per internet del granadí Pedro Antonio Honrubia Hurtado.
"La semana pasada me enteré que frotarse el culo con una bandera española es delito en este estado" de derecho "nuestro. Y no lo comprendo. No sé qué pretenden evitar con ello. Se roce uno o no se frote la maldita bandera por el culo, lo haga antes o después de cagar, España ya huele a mierda de todas, todas. No hay remedio que pueda evitarlo.
Así que no protegen nada. Si con esta ley lo que se pretende es que la enseña borbónica no roce con los escremento propios de todo ser humano, llegan tarde, hace mucho, pero mucho tiempo, que esta bandera está llena de mierda hasta el palo, y por donde pasa , deja su rastro oloroso.

No vamos a hablar de la historia de sangre, miseria, robo, explotación y genocidio que ha dejado para sombra tal bandera allá por donde ha ido pasando. No vamos a hablar de la expulsión prenazi los judíos, no vamos a hablar del genocidio al pueblo andaluz (catalán, gallego, ...) o en los pueblos indígenas de América, no vamos a hablar del robo sistemático de los recursos en todas las colonias que han tenido la desgracia de ser alguna vez parte del imperio nacional-católico, no vamos a hablar de la inquisición o del caudillo paseando bajo paleça, porque no toca. No vamos a hablar de nada de eso, pero podríamos hacerlo.
España huele a mierda, sí, huele a mierda. No toda España, ni todo los españoles, pero esta bandera, roja y amarilla, con todo lo que arrastra y significa, huele a mierda, aunque ahora dos victorias en dos campeonatos de fútbol hayan hecho de repente que el pueblo pierda la memoria, y ni dudan en mostrar orgullosos en sus balcones, o en el cuello de sus camisetas. No por ello deja de oler a mierda.
Y, lo peor, no es un olor a mierda seca. Todo lo contrario. Es olor a mierda fresca, muy fresca.
Es el olor que se desprende de todos estos medios de comunicación neofascistas, que se pasan los días promoviendo los valores más reaccionarios, alentando la xenofobia, impulsando la homofobia, coqueteando indisimuladamente con el racismo, y, por supuesto, legitimando con su discurso las prácticas fascistas que después terminan con agresiones nazis como las que hemos visto recientemente en algunas universidades, o un teatro de Barcelona, amén de las cientos que se dan cada año en las calles.
Es el olor que se desprende de todos estos grupúsculos fascistas que, amparados por políticos y jueces de su misma cuerda, siembran este estado de intolerancia, de represión y de persecución perpetua a todo aquel que ose disentir con los valores supremos del nacional- catolicismo: Dios, patria y rey.
Es el olor que se desprende de unos tribunales de justicia que mandan parar con bombo y platillo mediático a un grupo de jóvenes para tener la osadía de mostrar sus cuerpos desnudos en una Iglesia.
Es el olor que se desprende de estos mismos tribunales que abren una investigación penal contra un grupo de personas que se han atrevido a convocar una profesión atea en Madrid, para mostrar así su rechazo a los privilegios que la Iglesia Católica tiene en este estado supuestamente aconfesional.
Es el olor que se desprende de las decenas de personas que, estando imputados e incluso algunas condenadas por delitos de corrupción, se presentarán en las listas electorales de sus partidos, con el apoyo y la ayuda de estos, sin que a nadie parezca importarle, es más, pareciendo que además corrupción, más votos son capaces de tener en sus respectivos pueblos, ciudades o territorios.
Es el olor que se desprende de un gobierno que marca su agenda política sentado en una mesa con los representantes de las cincuenta principales empresas del estado, que a su vez le obligan a imponer las políticas antiobreras que marcan desde Bruselas y el FMI, todo ello sin que nadie les haya votado, ni a los unos ni a los otros, sin que, para más inri, a los que sí han votado tengan ninguna posibilidad de negarse.
Es el olor que se desprende de estas manifestaciones, retransmitida como si fueran eventos de interés, en el que unos pocos miles de fachas salen periódicamente a reivindicar que se ataque sin piedad los derechos de homosexuales, de las mujeres o de los votantes de una determinada opción política vasca a la que quieren convertir en una apestada, según sea el caso.
Es el olor que se desprende de la presencia de las tropas imperiales españolas en varios países ajenos, bombardeando y matando a cientos de personas, para defender los intereses económicos de unos pocos.
Es el olor que se desprende de unas leyes que siguen considerando delitos la blasfemia, la profanación y otros bajocades nacional-católicas, mientras quieren impedir que una musulmana pueda ponerse un pañuelo en la cabeza.
Es el olor que se desprende de las continuas redadas que los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado realizan contra la población inmigrante, y la persecución y condena que quieren hacer con todo aquel que se atreva a denunciar o documentar.
Es el olor que se desprende de la incomunicación a que son sometidos determinados detenidos, de las torturas que reiteradamente son denunciadas por los mismos y avaladas por algunos de los principales organismos de derechos humanos del mundo.
Es el olor que se desprende del encarcelamiento de inocentes, sin más acusación que la pertenencia infundada a una banda armada, de la que nunca han formado parte, y con la que nunca han tenido la menor relación, pese a lo cual son detenidos y encarcelados sólo por hacer política, o por atreverse a informar desde una perspectiva diferente de lo que ocurre en las calles de Euskal Herria.
Es el olor que se desprende de la indefensión en que quedan las personas que son multadas en manifestaciones o actos similares, acusados de cualquier tontería, sin más prueba que la identificación visual de un policía, no pocas veces en base a listas negras previamente manejadas por estos policías, y nada más.
Es el olor que se desprende de la potestad que tienen los cuerpos antidisturbios para disolver a golpes cualquier manifestación pacífica que altere el "buen" funcionamiento de una determinada ciudad, pudiendo agredir a diestro y siniestro, sin que nunca más tengan que dar explicaciones por ello, a pesar de que las imágenes demuestran que sus agresiones han sido simplemente porque les ha dado la gana, con afán de hacer daño y causar lesiones a personas que no estaban usando la violencia, y, a veces, que simplemente pasaban por allí y se llevaron una buena dosis de palos.
Es el olor que se desprende de acabar con una huelga de trabajadores declarando un estado de alarma, y obligando a los trabajadores a ir a su puesto de trabajo a punta de pistola.
Es el olor que se desprende de leyes que otorgan al estado potestad para cerrar páginas web en el momento que lo considere oportuno.
Es el olor que se desprende del trato que dan a los ciudadanos de América Latina en los aeropuertos, cuando se atreven a querer venir desde sus países hasta estas tierras, ya sea a hacer turismo, ya sea a visitar a unos familiares, ya sean tantos y tantos casos que se repiten diariamente en Barajas y otros lugares del estado, donde tiene reservadas unas salas de encarcelamiento para darles la bienvenida.
Es el olor que se desprende del trato que se da a los ciudadanos inmigrantes en los CIEs, o de simples existencia legal de estos centros de reclusión, donde personas sin ningún delito son recluidas contra su voluntad, como si fueran delincuentes, hasta decretar su expulsión no se suele saber dónde, a veces cualquier desierto africano donde se les deja, drogados, a costa de cualquier cosa.
Es el olor que se desprende de las múltiples Ordenanzas "cívicas" promulgadas por cientos de ayuntamientos de todo el estado, que criminalizan al ciudadano, y quieren convertir las calles en grandes centros comerciales donde la única actividad válida sea el tráfico con fines económicos, o el consumo, y que además quieren convertir a los ciudadanos en delatores de sus propios vecinos, en un sistema panóptico legitimado y amparado por ley en el que todos somos sospechosos / delatores al mismo tiempo.
Es el olor que se desprende de aquellos alcaldes que están pidiendo que se saquen los mendigos de las calles, como el que manda barrer la basura para tener unas calles limpias los ojos del turista o del ciudadano común, para que esta y no otra es la intención de estas tentativas: que la pobreza, la miseria y la injusticia del capitalismo quedan encerradas en guetos donde no se puedan ver por la mayoría.
Es el olor que se desprende de una constitución elaborada a la sombra del fascismo, que otorga al ejército la potestad de intervenir en caso de que alguien ose, incluso democráticamente, poner en peligro la unidad de España, y que niega expresamente el derecho de los pueblos a poder decidir libremente su futuro.
Y, por supuesto, es el olor que se desprende de una institución monárquica que en su momento juró las leyes del franquismo, y la cabeza visible fue puesta a dedo por el propio Franco.
Así que lo dicho, no es necesario que nadie se pase una bandera de España por el culo después de cagar, España ya huele a mierda, desde el mismo momento de su nacimiento, y ahora, cada vez más y con más desvergüenza, con más fuerza que nunca. "

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