El 1 de enero de 2014 entró en vigor el
nuevo convenio colectivo de Mercadona. El texto provocó una serie de
publirreportajes enmascarados como noticias en gran parte de los medios
de comunicación españoles. Según estas informaciones, sus
trabajadores entran en la empresa con un contrato indefinido y un sueldo
de más de 1.000 euros al mes. Gracias a publicaciones de este tipo y,
en general, a una eficaz campaña en diarios y televisiones, Mercadona
goza de una notable imagen de puertas para afuera. Sin embargo, la
relación con sus trabajadores dista mucho de ser ejemplar e idílica y
oculta la presión, a veces insoportable, que se ejerce sobre los
empleados.
Continuador de la saga familiar, el
valenciano Juan Roig no concede entrevistas y tan solo hace
declaraciones públicas para dar publicidad a los resultados económicos
anuales. Son en esas contadas ocasiones en las que aprovecha para
mostrar su ideario empresarial y cómo concibe las relaciones laborales.
En 2010 no dudó en afirmar que si los españoles no subían su
productividad se empobrecerían y su nivel de vida bajaría de forma
sustancial.
En otras, el propietario de la cadena de
supermercados se ha mostrado a favor de aplicar medidas disuasorias en
el uso de la Sanidad y la Justicia, que no duda en comparar con el pago
de las bolsas en las tiendas. Roig también considera que los españoles
deben fijarse en la cultura del esfuerzo de los chinos. Esta visión
empresarial y laboral no se limita a unas declaraciones de cara a la
galería cada 12 meses, sino que se implantan en sus empresas con la
misma vehemencia con la que son expresadas.
El método Mercadona
Juan Roig impone en su empresa un método
de trabajo al que denomina Calidad Total. La frase que puede leerse en
la portada del manual de los trabajadores, que aspira a ser su biblia,
reza lo siguiente: “Calidad Total es un largo, difícil y satisfactorio
camino”. Según este cuerpo teórico, que usa un lenguaje específico que
es de aprendizaje obligado para la plantilla, Mercadona busca satisfacer
a los cinco componentes en los que divide el proceso empresarial, en
este orden: “El Jefe” (que es como se denomina al cliente), “El
Trabajador”, “El Proveedor”, “La Sociedad” y “El Capital”. Según la
propia empresa, el método Calidad Total se basa en el precepto
fundamental de que “para poder estar satisfecho, primero hay que
satisfacer a los demás”.
El método de trabajo usado en Mercadona
es de tal exigencia que los empleados y sindicatos consultados por este
periódico coinciden en que provoca un gran estrés en la plantilla. De
hecho, en ocasiones, trabajadores y extrabajadores se refieren a él como
un ideario más propio de una secta. Entre otros motivos, hablan la
instauración de procesos rutinarios y alienantes, y de la obligación de
los empleados de utilizar el lenguaje empresarial y de métodos para
uniformizar su aspecto y comportamiento.
Según la filosofía de Roig, el trabajo
rutinario debe ocupar el 95% de la jornada laboral. El trabajador tiene
que ceñirse a la planificación que le viene dada y para ello usa una
metáfora a la que llama “Hacer raqueta pelota”: el empleado debe
preocuparse sólo de devolver la pelota, sin pensar en cómo mejorar la
raqueta o la pista. La realización de estos trabajos rutinarios y el
poco margen de decisión provocan una gran desmotivación. Además, en este
proceso de uniformidad se incluye obligar a sus trabajadoras a ir
maquilladas. En la séptima versión del plan de formación de Mercadona,
al que ha tenido acceso La Marea, se indica que las mujeres deben ir “ligeramente maquilladas y, si tienen pelo largo, recogido”.
La realidad va aún más allá: durante la
pasada navidad, los coordinadores de las distintas tiendas recibieron un
e-mail de la dirección en el cual se exigía a las trabajadoras que
llevaran pintados los labios con un color rojo fuerte. Mercadona asegura
desconocer este extremo y lo atribuye a una posible sugerencia a las
trabajadoras de perfumería para que usen nuevos productos de maquillaje a
la venta. A pesar de los documentos internos en los que se habla del
maquillaje de las trabajadoras, Mercadona niega que se les exija usarlo y
declara que sólo les pide que presenten una buena imagen personal.
Sin embargo, la empresa ha llegado a
realizar cursos de maquillaje para empleadas, según afirma Isabel
Gutiérrez, delegada sindical de CCOO en Barcelona. Algunas trabajadoras
han declarado a La Marea que es habitual que, cuando una empleada
no va suficientemente maquillada, el coordinador la mande de vuelta a
casa para que lo haga siguiendo el criterio que la empresa considera
correcto.
Otra de las técnicas usadas por el
método de Roig es el uso de un lenguaje específico que los empleados
deben manejar y que los coordinadores y mandos intermedios se esmeran en
inculcar. Uno de los casos más llamativos del uso de este lenguaje es
el modo en el que se refieren a los clientes. En Mercadona el cliente es
“El Jefe”, y se le otorga una serie de características que los
empleados deben tener en cuenta. “Es exigente, insaciable, tímido,
vengativo, egoísta, despiadado, intruso, nuestro jefe”.
Bajas por enfermedad
Juan Roig se ha enorgullecido en
multitud de ocasiones del escaso absentismo laboral que hay en su
empresa frente el alto nivel en el resto del país. “En España hay más de
un millón de personas que hoy no ha ido a trabajar pudiendo”, declaró
Roig en una de sus intervenciones. Esa cosmovisión empresarial la aplica
en su compañía de una manera muy especial.
El nuevo paradigma de Mercadona sobre
las bajas por enfermedad es explicado a los trabajadores nada más llegar
a la empresa y consiste, precisamente, en negar la baja. “Tener una
enfermedad no siempre tiene que implicar coger la baja”, dice la ficha
que se les entrega. Según este método, mientras no sea perjudicial para
la salud, se puede trabajar enfermo. Y ni siquiera siempre se respeta
esa máxima.
Mercadona posee unos métodos de presión
sobre los trabajadores tremendamente efectivos para que no cojan las
bajas. En su plan de acogida a los nuevos empleados, Mercadona
especifica claramente a los trabajadores que, en caso de accidente,
enfermedad, embarazo o consulta médica, deberán notificárselo al
coordinador de la tienda para que éste a su vez les facilite el contacto
del médico de plantilla de la empresa. Esto impide que el empleado
acuda a la mutua o a su médico de cabecera y, por tanto, que haya baja.
En este sentido, lo máximo que se conceden son los llamados “días de
descanso”, sin baja, y durante los cuales el médico de plantilla llamará
cada día al trabajador para que se incorpore al trabajo. En caso de que
se permita al empleado acudir a una mutua que trabaje con Mercadona,
los profesionales de estas empresas tienen instrucciones precisas de no
dar la baja a los trabajadores de Roig. Según David Fernández, de la CNT
en Mallorca, son multitud los trabajadores que han declarado que, ante
una petición de baja, han recibido contestaciones como “ya sabes lo que
hay con Mercadona” o “sabes lo que te pasará si pides la baja en el
médico de cabecera”.
Una empleada de Zaragoza aseguró a La Marea que
un médico de la mutua llegó mostrarle la pantalla de su ordenador, en
el que aparecía un aviso claro: “No dar la baja a trabajadores de
Mercadona”. Según Isabel Gutierrez, de CCOO, los médicos de la mutua que
trabajan con la empresa sólo pueden dar la baja al empleado con el
permiso del médico de Mercadona.
Peligros graves para los empleados
Esta práctica habitual ha provocado
casos gravísimos en empleados que, presionados por la empresa, siguieron
en sus puestos de trabajo con enfermedades no diagnosticadas o
diagnosticadas erróneamente. Uno de los más llamativos es el que casi
acaba con la vida de José Luis Enríquez, un empleado de Mercadona en
Málaga que, tras cuatro meses de dolores insoportables en la espalda y
de ser tratado y medicado por el médico de la empresa, tuvo que acudir a
urgencias para que le operaran de un trombo que amenazaba su vida. José
Luis informó a su coordinador de un dolor punzante en la pierna y, tras
varias negativas de éste a concederle la baja, finalmente el médico de
la empresa le diagnosticó por teléfono que sufría una ciática y le
recetó un medicamento llamado Incitán.
Después de agotar el tratamiento sin
sufrir mejoría alguna y sin faltar al trabajo, decidió ir al médico de
cabecera debido a que el dolor era insoportable, no sin antes recibir
una llamada del médico de la empresa que le instaba a no cogerse la baja
médica y a acudir a una clínica privada concertada con Mercadona. Allí
volvieron a recetarle el mismo medicamento. Enríquez cada día iba a
peor. Tras varias conversaciones con el médico de empresa y su
coordinador, y viendo que el dolor no remitía sino que iba a más, el
empleado acudió al hospital provincial de Málaga, donde le operaron de
dos trombosis –una en cada pierna– que si no llegan a ser tratadas
habrían acabado con su vida. Además, casi le hacen perder la pierna
izquierda. Casos como este no son excepcionales, denuncia David
Fernández, de la CNT, desde donde llevan varios expedientes de
trabajadores de Mercadona que han sufrido secuelas de por vida por
seguir las indicaciones de la empresa con respecto a las bajas por
enfermedad.
Amenazas de despido
Una trabajadora de un supermercado de
Mallorca, por ejemplo, ha quedado con el hombro inutilizado tras ser
tratada con calmantes y amenazada de despido si se le ocurría faltar a
su puesto de trabajo. Según Isabel Gutierrez, del sindicato CCOO, este
método para luchar contra el absentismo laboral se sirve además del
enfrentamiento entre los propios trabajadores. La empresa exige que para
cobrar la prima trimestral por objetivos no se exceda de un número de
bajas determinadas, y Mercadona señala ante los trabajadores de un
establecimiento a aquellos que se han cogido una baja y han evitado que
el resto pudiera cobrar la prima por objetivos prevista.
En 2010, Mercadona contaba con 63.000
trabajadores en su plantilla total, una cifra que aumentó hasta los
74.000 que tiene en la actualidad la cadena de supermercados. Esto
supone un incremento de 11.000 empleados en cuatro años. Sin embargo, el
crecimiento se produjo al mismo tiempo que 11.754 trabajadores causaban
baja en ese mismo periodo. Este número tan elevado de bajas tiene entre
sus causas las fuertes exigencias y presiones impuestas por el método
Calidad Total.
En este sentido, cabe destacar que la
empresa suele utilizar el despido disciplinario como método para
ahorrarse la indemnización por despido. Desde gestión, se alegan excusas
falsas o de carácter muy leve que elevan a grave amparándose en el
mismo método Calidad Total. Por ejemplo, colocar mal una botella en las
estanterías, no sonreír a un cliente, dar un golpe a una puerta o llegar
cinco minutos tarde son motivos considerados por Mercadona como
constitutivos de un despido disciplinario.
Desde el departamento de comunicación de
Mercadona se justifican estas actuaciones por el amplio número de
trabajadores en plantilla y la lógica circunstancia de que existen
procedimientos de todo tipo. Para sostener estas acusaciones la empresa
suele usar la firma de dos o más empleados que, conscientes de las
represalias que supondría no colaborar como testigos del despido, firman
y apoyan la versión de la empresa. Si el empleado opta por denunciar a
la empresa, Mercadona en ocasiones actua al margen de la judicatura con
el uso de contratos privados. Estos, según David Fernández, de CNT,
incluyen cláusulas de dudosa legalidad, como las que prohíben al
trabajador hablar mal o criticar a la empresa en cualquier foro.
Esto no sólo impide al empleado
denunciar en el futuro a Mercadona: en el caso de que el extrabajador
las incumpla, se vería obligado a pagar un mínimo del triple de lo
acordado en la indemnización por el despido. Mercadona se niega a hablar
de estos contratos por su carácter privado.
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