jueves, 4 de diciembre de 2014

Lasa y Zabala, los años del terrorismo de Estado

Al director de cine Pablo Malo no le dejaron rodar en La Cumbre, el palacio de San Sebastián en el que Lasa y Zabala fueron torturados antes de que los remataran de un tiro en la nuca y cubrieran sus cadáveres con cal viva en una fosa en Alicante. “No pudimos rodar en La Cumbre y luego nos enteramos de que la orden llegó de Madrid. Hubo inquietudes por no decir presiones”, explicaba en septiembre durante la presentación de la película ‘Lasa y Zabala’ que se estrena mañana en los cines.
En La Cumbre, una villa destartalada que los policías usaban para guardar sus motocicletas o jugar a tenis, Lasa y Zabala fueron presumiblemente torturados. Aunque los tribunales no entraron a valorar las torturas –una práctica policial muy corriente en aquellos años–, los forenses relataron que sus cuerpos aparecieron“desnudos, atados, amordazados, con los ojos tapados y cubiertos de apósitos cicatrizantes en el tórax, los muslos y los pies”. “Fue una tortura con mucha sangre o con mucho daño, y muy brutal”, recuerda Francisco Echeberria, el forense de la familia que analizó el estado de los cadáveres hallados en Alicante.





El comandante de la Guardia Civil, Enrique Rodríguez Galindo, al frente del cuartel de Intxaurrondo, dio en 1983 la orden de secuestrarlos en Baiona, la ciudad del otro lado de la muga a la que Lasa y Zabala habían huido unos años antes tras participar en un atraco en Tolosa atribuido a ETA. Fueron las primeras víctimas de los GAL, creados y auspiciados por el Estado para intentar acabar con el llamado santuario de la banda terrorista ETA en Francia.
Los cuerpos de Joxean Lasa y Joxi Zabala no se descubrirían hasta 1995. Para entonces Galindo había sido ascendido a general y disfrutaba del título de héroe en la lucha contra ETA, y las salas de tortura del palacio de La Cumbre se habían reconvertido en una sala de billar y unas cocinas. Todo parecía olvidado.
El proceso judicial que siguió al descubrimiento de los cadáveres desveló la trama verde de los GAL: la implicación de miembros de la Guardia Civil en crímenes de terrorismo de Estado. Los principales responsables del asesinato fueron encarcelados aunque no tardaron mucho en salir de prisión.
Galindo fue condenado a 71 años de cárcel. En el año 2000 entró en la cárcel y cuatro años después estaba cumpliendo la condena en casa por motivos de salud. En 2005 le concedieron el tercer grado y en 2013 la libertad condicional. El gobernador civil Julen Elgorriaga también fue condenado a 71 años de cárcel, pero pasó en prisión menos de dos años. Los guardias civiles Enrique Dorado y Felipe Bayo, condenados a 67 años cada uno, consiguieron el tercer grado en menos de 8 años.
31 años después de aquel asesinato, el director de la película no ha podido rodar en La Cumbre. El terrorismo de Estado sigue incomodando en algunas esferas del poder.

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