Gracias a la página euskalmemoria
he podido sacar este listado de víctimas. No son víctimas de ETA, no
son las ochocientas víctimas que ha dejado la banda y cuyo número se
encargan muchos de recordar y restregar como arma política de plató en
plató y parlamento a parlamento para perjudicar a un partido y
beneficiar a otro para calcular el número de votos logrado. Son las
otras víctimas, las que en el mejor de los casos se olvidan, porque en
el que no se olvidan, se insultan y denigran. Empeñado el estado en no
reconocerlas como víctimas.
En esta lista de cuatrocientas personas asesinadas
desde los años sesenta hasta la actualidad por las fuerzas del estado en
todas sus dimensiones, hay fusilados por el franquismo, asesinados en
atentados del GAL, torturados en dependencias policiales así como
asesinados en hechos aislados como consecuencia de lo que el conflicto
vasco significa en la sociedad española. Hay algunos conocidos miembros
de ETA, como Argala, Txiki y Otaegi, otros que simplemente pasaban por
allí y cuyo único delito fue ser vasco, abertzale y de izquierdas, como
Angel Berrueta, asesinado a tiros por un escolta de UPN en 2004, o Aitor
Zabaleta, seguidor de la Real Sociedad asesinado en el Calderón por el
grupo neonazi del Atlético de Madrid Bastión, también está Germán
Rodriguez, asesinado en San Fermín del 78 por la policía de un disparo
en la cabeza, o Mikel Zabalza, torturado hasta morir por la Guardia
Civil de Intxaurrondo y ocultado en el río Bidasoa.
Son ellos, los nunca suficientemente insultados por
España. Cuando uno se arriesga a recordar la existencia de estas
cuatrocientas víctimas, el Gobierno español, el PP, el PSOE, o la AVT se
encarga de llamarlos “verdugos”, y te acusan de situar a las víctimas
de ETA al mismo nivel de sus verdugos, como si estas 400 personas fueran
forzosamente las responsables de los asesinatos de ETA. Un
comportamiento tan profundamente ruín solamente puede venir por la
ignorancia y no por la maldad, en su empeño en simplificar el conflicto
vasco y de reducirlo a dos únicos bandos, “los asesinos de ETA y sus
asesinados”, a la fuerza tienen que ocultar estas 400 personas, pero
para que no se olvide, aquí las traigo, y eso que soy poco amigo de
utilizar los muertos para ponerlos encima de la mesa para pedir cuentas,
como tanto gusta a hacer a PP y PSOE en su deriva necrófila. Estas
personas tienen cara, como se puede ver, tienen nombres y apellidos,
tienen familia, y en un pueblo de apenas dos millones de habitantes,
todo el mundo se conoce, y por tanto es inútil negar las víctimas de un
lado cuando hay cuatrocientas familias enteras que saben muy bien y
conocen muy de cerca lo que es la violencia que ha derivado de este
conflicto político, para que sigan negándose a calificarlo como tal y a
buscar una solución que repare a las víctimas y cierre lo mejor posible
las heridas causadas.
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