Francisco Javier Romero Taboada, dos hijos. Asesinado a manos de
ultraderechistas del Frente Atlético el pasado domingo, y condenado por
una prensa que no ha hecho ningún esfuerzo por verificar las falsedades
que la Delegación de Gobierno de Madrid ha ido vertiendo en torno al
crimen.
Tras
cuatro días de intoxicación informativa, que han presentado a la
víctima de un crimen fascista como culpable de su asesinato, se va
haciendo luz sobre lo que realmente ocurrió el domingo pasado en los
alrededores del estadio Vicente Calderón.
Las
pesquisas policiales y judiciales, así como los numerosos testimonios
de testigos presenciales, configuran un relato radicalmente diferente
del que, en un principio difundió Cristina Cifuentes y sobre el que se
ha construido la práctica totalidad del discurso periodístico que ha
pretendido igualar a víctima y verdugos.
La
investigación policial desvela que es falso que los seguidores del
Frente Atlético y de los Riazor Blues hubiesen quedado previamente para
enfrentarse. Fuentes policiales afirman que “no existían elementos
objetivos que permitieran prever acontecimientos como los que se
produjeron ni elementos indicativos de riesgo a las redes sociales”.
Tras examinar los teléfonos móviles intervenidos no se ha encontrado ni
un solo mensaje que corrobore la versión difundida por Delegación de
Gobierno y la mayoría de la Prensa.
Por
el contrario se ha probado que los ultraderechistas de Frente Atlético
sí habían quedado ese día para esperar la llegada de los dos autocares
que transportaban a los aficionados del Deportivo de La Coruña: “hemos
quedado a las siete en el lugar habitual. Sed puntuales. Prietas las
filas. Atleti o muerte”.
Se
ha presentado a los seguidores de Riazor Blues como unos energúmenos
que viajaban con palos, porras y puñales para matarse en Madrid. Unos
gamberros guarros que destrozan los autobuses en los que viajan. Esta
versión fabulada ha sido desmontada por varios testimonios clave, los de
los conductores de los autobuses que trasladan habitualmente a estos
hinchas, que han pintado un cuadro completamente distinto. En concreto
uno de los conductores del domingo, en declaraciones a la Cope, afirmaba
que “los medios están expresando cosas que realmente son
mentira”,“nosotros en ningún momento hemos visto barras de hierro a la
hora de coger a los chavales, ni armas blancas ni nada de nada. Es más,
nosotros ni siquiera hemos abierto los maleteros”. Ese mismo testigo
negaba que los hinchas del Deportivo de La Coruña alquilaran los
autocares fuera de la provincia para pasar inadvertidos ante la policía,
Otra mentira que pretende avalar la tesis conspirativa de que venían a
Madrid con la intención de enfrentarse a los neonazis de la peña
atlética.
El
domingo, a las ocho y media de la mañana, los dos autocares
estacionaban en el espacio reservado para las aficiones contrarias en
los alrededores del estadio Vicente Calderon, sin que en ese momento
hubiese ningún dispositivo policial en la zona. Los neonazis ya estaban
esperando en el lugar la llegada de los hinchas coruñeses. Llama la
atención que la dirección del Atlético de Madrid afirma que el sábado ya
había avisado a la policía de que los ultras del
Frente
Atlético habían quedado a esa hora y lugar, lo que suponía un alto
riesgo de enfrentamiento. La Delegación de Gobierno obvió el aviso.
Lo
que ocurrió cinco minutos después es conocido. Unos doscientos neonazis
cargaron contra los Riazor Blues que trataron de huir de la zona…
Francisco Javier Romero Taboada 'Jimmy' no lo consiguió. Le reventaron
el bazo y la cabeza a golpes y después le tiraron al Manzanares ante la
mirada impasible de varios policías municipales que no movieron ni un
dedo para salvarlo y la complicidad de la delegada de gobierno, Cristina
Cifuentes, que ha tratado de criminalizarlo con la ayuda de los medios
de comunicación.
La falta de ética y profesionalidad en el negocio de la prensa.
La
difamación, la mentira, el insulto, es moneda común en gran parte de
ese mundo de intereses creados y subordinaciones al poder que es la
prensa, pero que periodistas de la talla de Aníbal Malvar, columnista
habitual del periódico progresista Público, llegue a escribir en su
columna “Rosa y Espinas” que “Un descerebrado llamado Francisco Javier
Romero Taboada, alias Jimmy, fue a matarse a golpes en los alrededores
del estadio Vicente Calderón y lo mataron a él. No sé a qué viene tanta
gilipollez recordando que en el fondo era un ser humano” demuestra la
bajísima calidad de los medios de comunicación y, lo que es peor, la
falta de ética y profesionalidad periodística que alcanza incluso a
reputados columnistas.
Además
de hacer dejación de su obligación como periodista, Aníbal Malvar – y
otros- han pecado de una absoluta falta de empatía y humanidad. Escribir
una barbaridad semejante, con un desprecio tan absoluto hacia la vida
humana, debería ser motivo más que suficiente para que el medio de
comunicación para el que trabaja le apartase de su columna.
Y
si así escribía alguien “progresista” es fácil adivinar cuál ha sido la
deriva informativa en otros medios con respecto a un caso en el que lo
único incontestable es que el asesinado es la víctima y los verdugos son
los criminales… y que éstos no es la primera vez que matan.
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