Analistas
sanitarios advierten del peligro de la medicalización de la vida
cotidiana, fomentada por la prescripción “innecesaria” de fármacos y la
creación de enfermedades “inexistentes” para vender medicamentos.
El consumo de medicamentos contra el colesterol aumentó un 442% entre 2000 y 2010.
El año que viene la Real Academia de la Lengua Española (RAE) incluirá en su diccionario la
palabra medicalización: dotar algo de carácter médico. A primera vista,
no tiene nada de malo. “El peligro llega cuando medicalizamos los
problemas de la vida cotidiana, como la tristeza, la soledad, el
desamor, la resaca o la época de exámenes”. Así ejemplifica Ana Sánchez, responsable del departamento de alimentación y salud de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), los “abusos” de profesionales y empresas en la ciencia médica y la atención sanitaria.
¿Es necesario medicarse?, ¿conocemos los
riesgos de los medicamentos que vamos a tomar?, ¿qué pasa si no los
tomamos?, ¿cuál es el precio real del fármaco?, ¿qué alternativas
tenemos? Esas son las preguntas que la OCU recomienda que se hagan los
consumidores antes de medicarse para ”fomentar la autonomía del
paciente”, señala González.
Entre 2000 y 2007, el consumo de
antiinflamatorios aumentó un 27%, el de antiulcerantes un 310%, el de
sedantes, un 57% y un 442% el de pastillas para el colesterol, según
datos de la OCU. “Cuando se medicaliza la vida, aumentan las muertes. La
medicina, en exceso, mata”, afirma Juan Gérvas, médico perteneciente al
equipo CESCA,
asociación sin ánimo de lucro de investigación en atención primaria. De
hecho, en Estados Unidos, la tercera causa de muerte es la actividad
médica, según la revista Journal of the American Medical Association y en la Unión Europea mueren cada año 179.000 personas debido a los efectos de los medicamentos, según la revistaLancet.
“A los que habría que añadir 25.000 fallecidos anuales por la
resistencia bacteriana, según datos del European Centre for Desease and
Prevention and Control”, explica Gérvas a Público.
Carlos Ponte: “Cuánto más ricos somos, más enfermos nos sentimos. Y estar enfermo es un negocio”
Los agentes de la medicalización no son sólo los médicos y la industria farmacéutica,”que promueve enfermedades,
manipula los problemas de salud y genera importantes daños mediante
prácticas que llevan a engañar a los profesionales y al público”, dice
la OCU, sino también la propia ciudadanía. Es decir, las personas sanas
empiezan a comportarse como enfermas. Y no es de extrañar, teniendo en
cuenta que la promoción de los medicamentos ya no se basa en informar
sino en vender, y que, como dice el doctor Gérvas, los supermercados
empiezan a parecer farmacias “con carteles que anuncian calcio, fibra y
omega”.
Según Carlos Ponte, fundador del movimiento Nogracias en
España y a nivel internacional, el 95% de los anuncios publicitarios
sobre medicamentos carece de base científica. Este médico internista y
jefe de servicio de cuidados intensivos coincide con el diagnóstico de
Gérvas: “Cuántos más recursos tenemos, más enfermos nos sentimos. Y
estar enfermo es un negocio”.
Precisamente para denunciar la
prescripción “innecesaria” de los fármacos y la creación de enfermedades
“inexistentes” para promover el uso de los medicamentos, la OCU ha
puesto en marcha la campaña Que no medicalicen tu vida, con la que se
pretende evitar la “prevención excesiva”, las pruebas médicas
“innecesarias” y, al mismo tiempo, fomentar la prescripción efectiva de
los medicamentos y la transparencia en las relaciones entre la industria
farmacéutica y los demás actores implicados en el uso de los
medicamentos, explicó este martes la portavoz de la organización, Iliana Izverniceanu.
Juan Gérvas: “Hay que ‘desinvertir’ en todo aquello que no añada salud, aunque lo pida la clase media-alta”
Gérvas insiste en la necesidad de
“desinvertir” en todo aquello que no añada salud, “aunque lo pida la
clase media-alta”, para lograr la equidad en la atención sanitaria. Por
ejemplo, considera que se derrocha dinero en
pre-operatorios y en determinadas pruebas diagnósticas, como las
citologías de cuello de útero. “En España se hacen diez millones de
citologías de cuello de útero al año, pero una de cada cinco mujeres
diagnosticadas con cáncer de útero no se la había hecho. Eso quiere
decir que estamos desviando recursos que ciertas personas necesitan a
otras que no los necesitan”, asevera el también profesor visitante del
Departamento de Salud Internacional de la Escuela Nacional de Sanidad.
Esta equidad debe ser, precisamente, la
base de la atención médica y el gasto farmacéutico porque “el acceso
universal a la salud es un derecho”, subraya Ponte. Una equidad que
conecta, según Gérvas, con el fundamento filosófico de la sanidad: la solidaridad.
“La medicalización nos lleva a una prevención sin límites que rompe la
equidad y la solidaridad porque con nuestros impuestos debemos pagar
operaciones realmente necesarias, no un escáner porque me duele la
cabeza “, plantea. “Lo que vale un TAC no es lo que nos gastamos en un
TAC sino lo que usted deja de hacer para gastarnos dinero en un TAC”,
concluye.
Este aumento de los costes lleva a situaciones prácticamente irreversibles.
Por ejemplo, “un antivirus de acción directa contra la Hepatatis C
cuesta 1.000 dólares diarios en un tratamiento de tres semanas”, explica
a Público el doctor Ponte. Para lograr la equidad en el acceso
a la salud son necesarios, según Gérvas, “gestores profesionales que no
estén designados por partidos políticos”. Ponte insiste también en la
necesidad de romper la creencia de que “todo se cura con pastillas” y
recuerda, sin quitar méritos a las bondades de los medicamentos, que “lo
que ha hecho aumentar la longevidad no han sido los fármacos, sino la
mejora de las condiciones de vida”.
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