" Estos grupos de auténticos ladrones financieros que llevan decenios enriqueciéndose a costa de engañar a los demás y de quedarse con los recursos públicos tienen que ser juzgados . El temor al cambio no debe llevarnos a la sumisión y decir que poner en cuestión el poder oligárquico es una amenaza para la economía española es como haberle dicho a los esclavos que se mantuvieran quietos porque si reclamaban la abolición provocarían una sangrienta reacción de sus amos o, a las mujeres que reclamaban sus derechos, que permanecieran siempre calladas porque, en caso contrario, los hombres cargarán contra ellas.
A mí me parece que la cuestión que se debe plantear quien tenga un
mínimo de dignidad y contemple su existencia con un elemental sentido
ético es otra: sobre qué valores puede descansar una sociedad en materia
económica, qué tipo de reparto es el que garantiza que los seres
humanos seamos realmente iguales en derechos y posibilidades de
realización y, sobre todo, a dónde vamos realmente si seguimos aceptando
que una minoría, por muy poderosa que sea, imponga su voluntad y sus
intereses al resto de la sociedad. Decir que hemos de claudicar ante
“los mercados” es justificar lo que está pasando y darle alas a quienes
provocan los males que nos afligen"
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