Análisis de la cobertura del 22M en el programa La Sexta Noche.
Que los grandes medios de
comunicación desinforman sistemáticamente es algo que quienes hemos
logrado salir de su nefasta influencia, informándonos por otros lares
(en la prensa alternativa disponible en Internet), tenemos clarísimo, y
cada vez más. Sin embargo, desgraciadamente, todavía una gran parte de
nuestros conciudadanos sólo se “informa” a través de la caja tonta, el
instrumento más poderoso de las élites para controlar el pensamiento de
las masas. No es demasiado arriesgado (para las élites privilegiadas)
preguntar de vez en cuando a la ciudadanía su opinión,
que ésta deposite una papeleta en una urna cada x años, si previamente,
de manera continua, día a día, entre otras cosas (como haciendo también
que dicho voto sea un cheque en blanco), se la adoctrina
ideológicamente. Quienes hemos despertado del letargo en el que nos
tenía sumidos esta farsa democrática debemos contribuir todo lo posible,
con toda humildad (pues quien escribe estas líneas se ha comportado de
manera borreguil durante muchos años) pero también con paciencia e
insistencia, con astucia, a que el resto del rebaño despierte y se
libere del dominio de los pastores. Las ovejas negras debemos agitar al
resto del rebaño para que se produzca la necesaria revolución.
Por consiguiente, lo esencial es que les
hagamos ver a nuestros vecinos, compañeros de trabajo, familiares,
amigos,… que los medios de comunicación convencionales (y muy
especialmente la televisión) no son fiables, que es imperativo
contrastar lo que se ve y oye en ellos con lo que puede verse en
Internet, el último reducto de la libertad de información y expresión.
La grieta que supone la Red de Redes en el muro ideológico defensivo del
actual sistema debe crecer y provocar su caída. Una vez que la gente en
general ya no crea a los políticos, a las élites que nos gobiernan, a
los medios que éstas usan para comerle el coco, el actual sistema tendrá
los días contados. El primer y más importante (que no único) paso para
que puedan cambiarse las cosas de verdad es que la mayor parte de la
gente deje de creer en el sistema, empiece a cuestionar, se informe
mejor, oiga otras voces. Sólo es posible acercarnos a la verdad, a las
verdades, contrastando suficientemente.
En el desalentador panorama televisivo
español la Sexta se caracteriza por aportar algunas visiones diferentes,
al menos algo diferentes, a las de la “caverna” mediática, el “TDT
Party”. Sin embargo, no debemos olvidar que, como cualquier otro medio
de comunicación privado, está al servicio de sus accionistas (así como
los medios públicos están al servicio de los políticos gobernantes de
turno). Su principal objetivo, como cualquier otra empresa, es ganar
dinero. Una de las grandes contradicciones de la prensa capitalista
(¡tiene tantas contradicciones el capitalismo!) es que, por un lado,
necesita evitar que ciertas ideas se propaguen (las anticapitalistas
sobre todo), pues atentan contra los intereses de la clase capitalista, a
la cual pertenecen los dueños de dicha prensa, pero, por otro lado,
necesita también ser rentable y por tanto diferenciarse de la
competencia, ganar audiencia, mantener cierta credibilidad (la creciente
competencia de la prensa alternativa fuerza a la convencional a
traspasar poco a poco los límites que se autoimponen) para lo cual,
entre otras cosas, debe llevar a sus programas de “debate”, por lo menos
de vez en cuando, ciertos contertulios díscolos, que calienten un poco
el ambiente en las polémicas estériles y vacías de contenido de quienes
piensan igual en lo esencial.
Yo reconozco que con Pablo Iglesias no
lo tengo del todo claro. Con el resto de contertulios no tengo ninguna
duda acerca de qué lado están. Todos ellos defienden en última instancia
al actual sistema, aunque a veces lo critiquen. Por un lado, uno puede
sospechar de quien es invitado habitualmente por la prensa manipuladora
de conciencias, pero, por otro, también puede pensar que quien defiende
ideas alternativas debe intentar aprovechar cualquier ocasión, por
pequeña que sea, para agitar conciencias, e, indudablemente, hay que
acudir a donde están las masas, sin esperar a que éstas acudan a
nosotros. Las contradicciones del capitalismo deben ser explotadas al
máximo por quienes luchamos contra él. El tiempo dirá las verdaderas
intenciones de Pablo y de la plataforma política que acaba de crear
llamada Podemos.
Yo puedo comprender que quien acude a los medios televisivos con la
intención de combatir al sistema desde dentro (¡nada fácil!) debe actuar
con prudencia e inteligencia. No debe caer en las provocaciones de los
guardianes ideológicos del sistema que harán todo lo posible por dejarle
hablar poco, por impedirle razonar, por desprestigiarle, por desviar la
atención,… Puedo comprender que quien acude a dicha caverna ideológica
debe contenerse, tener en cuenta la situación ideológica actual de la
ciudadanía para intentar despertarla sin espantarla, para por lo menos
ser escuchado, para lo cual es ineludible tener en cuenta los prejuicios
que tiene la mayor parte de la población. Es muy difícil combatir, en
unos pocos minutos, contra un enemigo que juega con mucha ventaja, que
lleva décadas lavando masivamente los cerebros de la gente. El peligro
es que en este ejercicio de autocontención poco a poco el sistema le
vaya domesticando a uno, que con el miedo de no volver a ser invitado a
las tertulias por decir algo excesivamente contundente o peligroso para
el sistema, al final sirvamos al sistema en vez de combatirlo, por lo
menos para seguir aparentando que en los medios de comunicación
capitalistas hay pluralidad. El capitalismo se sustenta en una falsa,
muy insuficiente, democracia. Es una dictadura disfrazada de democracia.
Y en este disfraz los medios de comunicación juegan un papel esencial.
Éstos deben dar un poco de voz a ciertas personas discrepantes para que
el disfraz no se caiga, pero en muy pequeñas dosis para que el
chiringuito no se fastidie.
Ésta es la sensación que yo tuve al ver
la noche del pasado 29 de marzo a Pablo Iglesias en el programa al que
habitualmente acude, La Sexta Noche. Pero, por supuesto, puedo estar equivocado. Analicemos de la manera más objetiva posible lo que ocurrió en dicho programa (La Sexta Noche del 29 de marzo de 2014).
A ver si el lector saca las mismas conclusiones que yo. Y si es así, si
piensa que este artículo puede ayudar a desenmascarar a los falsimedia,
le animo a difundirlo, especialmente entre quienes sólo se informan a
través de la televisión o de la prensa más conocida.
Para hablar de la violencia ocurrida el pasado 22 de marzo en La Sexta Noche
se empezó por mostrar sobre todo la versión de la policía (bastantes
minutos), se pusieron ciertos vídeos con las conversaciones de la propia
policía en los que los antidisturbios aparecen como víctimas, pero no
los vídeos existentes en Internet donde, por ejemplo, desde la
organización de las marchas de la dignidad se rogaba a la policía que no
interviniera, que el acto no había finalizado y era legal, donde
mientras sonaban las pelotas de goma disparadas por la policía se oía de
fondo a la Solfónica (esa orquesta creada en la Puerta del Sol
indignada del mayo de 2011) cantar o corear (levantando las manos) que
“éstas son nuestras armas” (véase La Policía carga con miles de personas en las calles durante los actos de las Marchas de la Dignidad), o vídeos donde se ve cómo la policía carga contra ciudadanos que no son violentos (véase #22M: la policía también volvió a agredir a la prensa (vídeo), 22M La policía carga contra la pancarta del No pasarán). ¿Por qué?
Este sesgo informativo permite a ciertos
contertulios decir que la policía no cargó, que incluso fue demasiado
blanda, que los violentos, por supuesto, no son los policías, sino sólo
ciertos “antisistema radicales”. Tras la versión en la que la policía
aparece como víctima apenas se da voz a los organizadores del 22M,
simplemente se muestran unos pocos segundos de la rueda de prensa
que dieron para decir que hubo un montaje policial para provocar la
violencia. La primera pregunta que uno puede plantearse es: ¿por qué no se invitó al programa a alguno de los organizadores del 22M?
¿No hubiese sido interesante que nos explicaran por qué creen ellos que
hubo montaje policial diseñado en las cloacas del Estado? Y si fueron
invitados pero no quisieron acudir, si es que así fue, ¿por qué no
decirlo? La única conclusión lógica a la que podemos llegar es que
simplemente no fueron invitados. Así pues, resulta que en base a esos
escasos segundos en que pudimos oír a los organizadores del 22M, los
cuales, por cierto, son aprovechados por algunos de los habituales
contertulios para decir que “no se han separado de la violencia”, que
“aplauden la violencia”, dichos contertulios se pasan gran parte del
“debate” hablando sobre lo que dijeron (tergiversándolo) mientras Pablo
Iglesias intenta defenderlos, ¡pero los principales protagonistas del
debate están ausentes! ¿No debe esto hacernos sospechar de las
verdaderas intenciones de este programa televisivo? ¿Podemos imaginarnos
un juicio donde el juez sólo deja hablar al fiscal, pero no al abogado
defensor, donde incluso el acusado está ausente? ¿Podemos llegar así a
conocer la verdad? ¿Qué podemos pensar de un programa donde tenemos a
unos cuantos contertulios hablando de algo a lo que no acudieron,
hablando de ciertas personas a las que no se les da oportunidad alguna
de hablar? Como mínimo, podemos acusar a este programa de ser poco
serio. Pero yo creo que, como en general la prensa convencional (ya
llevamos unos cuantos años contrastando entre ella y la alternativa), es
malintencionado.
Si realmente se nos quisiera informar,
se nos mostraría la versión de las dos partes, dando las mismas
oportunidades, el mismo tiempo, a ambas de exponer sus argumentos. Lo
lógico (si presuponemos que nos quieren informar) hubiera sido escuchar
en directo tanto a algún representante de la policía como a algún
organizador del 22M, además del testimonio de algunos manifestantes (por
ejemplo, detenida el 22M relata su detención y la estancia en comisaría). Es muy gracioso oír a algunos de los contertulios decir más adelante, cuando se muestran imágenes de cargas policiales contra periodistas que
acababan de ocurrir en la manifestación en contra de la monarquía, que
hay que escuchar la versión de las dos partes, cuando esta vez la imagen
de la policía no sale tan bien parada. Esta vez para ellos las imágenes
no hablaban por sí solas. En esto consiste fundamentalmente el truco de
los medios de desinformación masiva: en dar habitualmente sólo (o mucha
más) voz a una de las partes, no por casualidad a la que está del lado
del sistema. Así, lógicamente, ¿qué acaban por pensar muchos ciudadanos
que de buena fe intentan informarse en la televisión?
La desinformación consiste básicamente en transmitir opinión disfrazada de información. En de la desinformación
analizo detalladamente estas técnicas de manipulación informativa, para
el caso concreto de la cobertura mediática de la Venezuela de Chávez.
Otra cosa realmente llamativa es que no se da voz en estos programas a
la ciudadanía. No se ofrece la posibilidad de que cualquier persona
pueda formular preguntas o expresar opiniones. Son debates
controlados, cerrados, donde sólo pueden participar los contertulios,
los cuales son casi siempre las mismas personas. Yo creo que
Pablo Iglesias, por lo menos, debería haber dicho, aunque sea de la
manera más suave posible, que no comprendía por qué no se había invitado
a ningún organizador del 22M. ¿No hubiera sido esa crítica al programa
interesante para el espectador? ¿No podría haber ayudado a muchos
ciudadanos a despertar, por lo menos a empezar a hacerlo? Tal vez Pablo
tenga miedo de que al hacerlo deje de ser invitado al programa. Pero
entonces surgen las preguntas: ¿hasta qué punto está dispuesto a llegar
para seguir estando ahí?, ¿cómo evitar pasar de combatir al sistema a
convertirse en un servidor involuntario del mismo? Imaginemos que
Iglesias se atreve a decir esa obviedad obviada por el resto de sus
contertulios, que se atreve a decir que no entiende por qué no hay
ningún organizador del 22M que pueda hablar por sí mismo para
explicarse, e imaginemos que a la semana siguiente ya no es invitado a
dicho programa, ¿no podrían así muchos televidentes darse cuenta de que
aquí algo falla, no les ayudaría a empezar a cuestionar los medios?, ¿no
sería eso más útil que seguir acudiendo semana tras semana para ser
“linchado” en público?
Lo más importante en la lucha
ideológica contra el sistema capitalista es incitar a la ciudadanía a
acudir a otras fuentes de información y opinión para que pueda
contrastar más y mejor. Y para ello cualquier ocasión es buena, no debe ser desaprovechada. En mi blog he recopilado estos últimos años unas cuantas noticias y artículos de opinión difíciles o imposibles de ver en los medios convencionales, asimismo recomiendo una serie de páginas web, entre ellas de la prensa alternativa. El periodismo sigue existiendo, pero en Internet. Lo primordial es que la gran mayoría de la gente empiece a informarse en medios alternativos. Cada uno de nosotros puede aportar su grano de arena. ¡Hay que correr la voz! Y, en mi modesta opinión,
si alguien que intenta contribuir a cambiar el sistema acude a algún
medio de desinformación, tiene que aprovechar dicha ocasión para ponerlo
en evidencia, aun a riesgo de no volver más. Si no, corre el riesgo de
servir al sistema en vez de combatirlo.
http://joselopezsanchez.wordpress.com/
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