martes, 1 de abril de 2014

Tres días en Errenteria«Me consta que ha habido torturas. Esas cosas han pasado. Se ha hecho la bañera, la bolsa, el apaleo, los electrodos...»





Ayer vi en un vídeo de youtube el programa de salvados titulado “Tres días en Errenteria”. Aunque pudieron haberlo titulado en Errenteria o en cualquier otra parte del mundo donde exista conflicto político ya que estoy seguro que si alguien no conociera el contexto vasco ni a Euskal Herria, con el vídeo tampoco se habrá enterado mucho de su existencia.

Si una cosa queda clara tras el visionado del vídeo es que no existe conflicto político ni social, no existe Euskal Herria, no existe opresión nacional y de clase y todo se reduce a un problema de orden público y a una suerte de incidentes entre vecinos de al parecer un pueblo que por arte de magia lleva en sus genes y tradiciones la violencia. Que ETA ha sido la responsable del “conflicto” pese a alguna extralimitación de algún funcionario incontrolado y una vez desaparecida la lucha armada vasca, la paz y la reconciliación se abre paso.


Que ha habido sufrimiento y sigue habiéndolo en Euskal Herria no es debatible debido a la evidencia más abrumadora. Pero cuando se intenta a través de la generación de emociones en la audiencia ocultar la interpretación histórica y el contexto donde se genera y desarrolla un conflicto en realidad lo que se busca es anular la razón y la capacidad crítica.

En Errenteria al igual que en las mayores zona de densidad obrera de Euskal Herria se han dado las mayores contradicciones sociales a diversos niveles. En estas zonas se generó la llama de la lucha revolucionaria vasca, cosa que es bastante lógica y no sorprende por otra parte, aunque se pueda olvidar.

En el franquismo, Errenteria se convirtió en uno de los símbolos de la lucha obrera vasca y pesadilla del capital y del régimen español. De esta forma fue uno de los objetivos prioritarios de cara a la represión. Y tampoco por casualidad, ya que se dieron las condiciones. Unas condiciones que fueron creadas en similares circunstancias al propio surgimiento del nacionalismo revolucionario histórico que recogía la tradición obrera y socialista de capas de emigrantes fundidos con el nacionalismo vasco combativo.

Durante la falsa “transición” o reforma franquista, no fue muy diferente. Errenteria fue un punto álgido de oposición a la farsa también pagándose con dura represión. Una represión que en las calles se chocó con la juventud y la clase trabajadora que le plantó cara, hasta hoy.

El grado de combatividad de Errenteria, su carácter obrero, sus múltiples dinámicas asamblearias y de lucha, su movimiento popular insobornable siempre han sido un desafío para el sistema español y para la burguesía autóctona. Algo que molesta en extremo. Una pieza a cazar. A “normalizar”.

Es evidente que el discurso que presenta a ETA y en general a la violencia revolucionaria como única violencia y causante del conflicto es falso. Pero no es menos engañoso aunque sí muy “progre” presentar las violencias de diferente signo como ajenas al contexto o  realidades y pretender de esta manera que la injusticia permanezca obviando la conculcación de derechos, origen del conflicto.

El caso es que la violencia permanece, la paz y reconciliación sin justicia es una falsa paz y una aceptación natural de esa injusticia. El de arriba pisa al de abajo, y la maquinaria policial y militar sigue engrasándose. Y aquí sigue Euskal Herria oprimida nacional y socialmente con la herida abierta que no se cura con placebo. Mientras, impulsados por la ley del silencio de la “apología” se construye un marco de confusión de conciliación de clases, revisionismo histórico para la comodidad de la burguesía vasca y la normalización de Euskal Herria en parámetros del sistema español.

El conflicto político ha causado y causa mucho sufrimiento. Euskal Herria tiene derecho a la libertad y acabar de una vez con el sufrimiento. Y mientras la opresión nacional y social exista, verdaderos orígenes del conflicto y violencia estructural, serán intereses irreconciliables con la paz y la justicia. Acabar con esa opresión es el único camino. Paz, justicia y reconciliación no es simplemente que concejales de partidos jueguen una partida de mus en un bar. Sino que es la generación de elementos de justicia nacional y social donde construir los pilares de la nueva Euskal Herria. Ese terreno de construcción sigue ocupado militarmente. Pero el motor de la historia sigue rugiendo. Y eso se sabe simplemente con pasar cinco minutos en Errenteria.

Autor: Borroka garaia da!

No hay comentarios:

Publicar un comentario