"Juan Carlos I fue el mayor comisionista del país, su corrupción era descarada"
El periodista recupera el conflictivo ensayo sobre la Transición que escribió en 1991
González, Aznar y Zapatero durante la proclamación de Felipe VI. (EFE)
No
era fácil hasta ahora hacerse con un ejemplar de 'El precio de la
Transición' (Planeta, 1991); a menos, eso sí, que uno estuviera
dispuesto a gastarse los alrededor de 50 euros que pedían por él en el
circuito de libros descatalogados. La demanda, por tanto, era muy superior a la oferta; entre otras cosas porque la demanda de visiones críticas sobre la Transición se
ha disparado desde que estalló la recesión económica (2008), surgió el
15-M (2011) y las instituciones políticas del país cayeron en una crisis
de legitimidad de la que aún están por salir.
Fenómeno cultural que ha reforzado el estatus de Gregorio Morán (Oviedo, 1947): de voz crítica y heterodoxa
que clamaba en el desierto del 'mainstream' a periodista de referencia
para una nueva generación que muestra poca o ninguna admiración hacia
conceptos como 'transición modélica' o 'bipartidismo'. La editorial Akal recupera ahora 'El precio de la Transición'.
Revisado y con un nuevo prólogo en el que el periodista asturiano, fiel
a su leyenda, no deja títere con cabeza. En efecto, si bien su ácida
visión de la Transición va a ser mucho mejor recibida ahora que en 1991,
hay algo que no ha cambiado desde entonces: la afición de Morán a
agitar sus argumentaciones a mamporro limpio. “La
Transición de la dictadura a la democracia fue relativamente breve,
apenas siete años (desde noviembre de 1975 hasta octubre de 1982), poco
más que la duración de la Segunda República (cinco años y dos meses). Ahora bien, la Transición como periodo histórico, con su Constitución de 1978,
lleva funcionando 40 años, para gozo y satisfacción de quienes la
parieron, la amamantaron y la pusieron a trabajar, lo más pronto que
consintió su edad, en una casa de lenocinio”, escribe en el prólogo del libro. Gregorio
Morán pasó hoy por Madrid para presentar 'El precio de la Transición' y
habló con El Confidencial sobre el ayer y hoy de la democracia española. PREGUNTA. ¿El tiempo ha puesto este libro en su sitio? Los últimos años han sido demoledores para los análisis de la Transición. Han cambiado las tornas de una manera total RESPUESTA.
En 1991 ya estaba perfectamente definido lo que había sido la
Transición, lo sorprendente era ver cómo la gente se creía la versión
oficial con tanta facilidad. Pero los tres últimos años han sido
demoledores para los análisis de la Transición. Han cambiado las tornas
de una manera total. ¿Por qué ha saltado todo por los aires? Porque la
crisis lo mueve todo. Igual que es imposible entender lo que sucede
ahora en Cataluña sin el contexto de crisis económica brutal. En 1991,
por contra, casi nadie osaba romper el marco político y opinativo. Muy
pocos salieron en defensa de mi libro; sin embargo, los ataques fueron
fulminantes. La propia editorial, Planeta, soltó una frase feliz tras
leer el manuscrito: "Pero… este no es el libro que esperábamos".
P. ¿Qué libro esperaban en Planeta? R.
La frase significaba, evidentemente, que el libro era muy duro. Hubo
algunos cortes que ahora he restituido. Algunos párrafos, alguna
referencia al Rey… En cualquier caso, fueron pequeñas modificaciones que
no cambiaban el discurso de fondo de 'El precio de la Transición'. P. En
el nuevo prólogo atiza usted de lo lindo a una figura ampliamente
respetada hace hace poco por su contribución a la democracia: Juan
Carlos I. ¿Podría explicar el porqué de sus críticas al joven lector que
no vivió los años locos de la democracia? Los
partidos idearon unos sistemas corruptos de crecimiento. De Filesa en
adelante. Nadie se libra. El que se libra es porque no tocó poder R.
En la Transición la corrupción no importaba, porque lo fundamental era
ganar libertades y estabilizar la democracia. La corrupción existía,
pero era un problema muy menor. Me acuerdo de aquello de los 5.000
corderos que le vendió el cuñado de Adolfo Suárez a Egipto. ¡Oh, qué
escándalo! Pero claro: compara eso con Bárcenas y el Palau de la Música.
Peccata minuta. Luego llegaron los partidos e idearon unos sistemas
corruptos de crecimiento. De Filesa en adelante. Hubo de todo. Nadie se
libra. El que se libra es porque no tocó poder. P. De Juan
Carlos I escribe que debería haber dado ejemplo, pero hizo justo lo
contrario, y los políticos imitaron su comportamiento... R.
Lo suyo con la corrupción fue un descaro. Los barcos… Todo, todo. Juan
Carlos I fue, sin ninguna duda, el mayor comisionista que hubo en este
país. Donde olía dinero, ahí estaba. Una obsesión que venía de Fernando
VII, pura tradición borbónica. Lo gracioso es que lo justificaban
diciendo que Juan Carlos I había tenido muchas dificultades económicas
de joven. ¡Eso es una sucia mentira! Los Borbones no tuvieron
dificultades económicas nunca. P. Se escriben
constantemente artículos comparando la época actual con la Transición.
La última coletilla periodística es comparar a Albert Rivera con Adolfo
Suárez. Como biógrafo de Suárez, ¿qué opina de esta analogía? Las comparaciones entre Albert Rivera y Suárez no tienen ni pies ni cabeza R.
Que no tiene ni pies ni cabeza. Es un chiste de patán ignorante, de
alguien que no conoce nada de Suárez y muy poco de Rivera. No son
comparables ni por tradición, ni por formación… Es la típica
simplificación de columnista brillante. No tienen nada que ver. Piensa de dónde venía Suárez
y de dónde viene Rivera... Albert Rivera pertenece a un partido al que
no votaré nunca, pero siempre ha mantenido posiciones políticas bastante
similares; Adolfo Suárez, por contra, hizo de todo... El problema es
que hablan del Suárez muerto, del Suárez canonizado, de la leyenda, no
del Suárez que pasó una durísima etapa al frente de UCD… hasta que le
echaron. Son los mitos de la Transición… P. ¿Se perpetúan dichos mitos? R.
Está sucediendo un fenómeno muy curioso: los 40 años de franquismo se
han ido achicando más y más, y ahora parecen un periodo histórico muy
corto. Sin embargo, los siete años de Transición se han ido dilatando
más y más… hasta que en vez de siete años parecían 70. Así que todos
estos tópicos, como el de comparar a Rivera con Suárez o llamar Segunda
Transición a lo que estamos viviendo ahora, pueden funcionar. Es cierto
que hay dos nuevos partidos que no tienen nada que ver con los dos
anteriores. Eso sí que es una novedad. Ahora bien: ¿cómo se reflejará
eso en las urnas? Está por ver. P. Viendo lo que ha ocurrido en Cataluña los últimos días, ¿diría que el PP y Convergència se retroalimentan electoralmente? Para Artur Mas y para Convergencia la independencia es la amnistía, el no ir a la cárcel R.
Para Rajoy es un problema muy diferente que para Artur Mas. Para Mas y
para Convergència la independencia es la amnistía, el no ir a la
cárcel, así de claro. Pero para Rajoy es un marrón porque, entre otras
cosas, no tiene ni idea de Cataluña, pero ni idea. Por supuesto que ni
estos ni Bárcenas van a ir a la cárcel, o irán unos días como mucho,
porque saben demasiado. Mira lo que ha pasado con ese fondo inagotable
de dinero para Convergència que fue el Palau de la Música: Millet se
presenta en los juicios en silla de ruedas y todo el mundo exclama: "¡Pobre viejo!".
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